De la cima de las criptomonedas a 25 años de prisión: el caso de Sam Bankman-Fried y FTX

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Sam Bankman-Fried, el joven prodigio que llegó a ser conocido como el «rey de las criptomonedas», ha sido sentenciado a 25 años de prisión. La condena marca el capítulo final en la espectacular caída de su imperio, el exchange de criptoactivos FTX, y pone de relieve uno de los mayores fraudes financieros de la historia reciente. El caso, que ha mantenido en vilo al sector tecnológico y financiero, destapó una red de engaños multimillonarios que afectó a más de un millón de clientes en todo el mundo.

El que fuera uno de los multimillonarios más jóvenes del planeta, aclamado por su visión y su supuesta filantropía, vio cómo su destino se sellaba en un tribunal de Nueva York. La sentencia no solo pone fin a su carrera, sino que también sirve como una dura advertencia sobre los peligros de la ambición desmedida y la falta de regulación en el volátil universo de las finanzas digitales. La historia de FTX y su fundador es una crónica de ascenso meteórico, engaño a gran escala y una caída que ha dejado cicatrices profundas en la confianza de los inversores.

El veredicto que selló un destino

El clímax judicial llegó el 2 de noviembre de 2023, cuando un jurado declaró a Sam Bankman-Fried, conocido como SBF, culpable de los siete cargos de fraude y conspiración que se le imputaban. La decisión se tomó tras un juicio de casi un mes en el que la fiscalía desgranó meticulosamente cómo SBF orquestó un plan para desviar miles de millones de dólares de los fondos de sus clientes. Según la acusación, estos fondos no estaban seguros en las cuentas de FTX, sino que eran utilizados por su empresa hermana, el fondo de cobertura Alameda Research, para realizar inversiones de alto riesgo, donaciones políticas y adquirir propiedades de lujo.

Damian Williams, el fiscal del Distrito Sur de Nueva York, calificó el entramado como «uno de los mayores fraudes financieros en la historia de Estados Unidos». En una declaración tras el veredicto publicada por The New York Times, Williams afirmó que, aunque la industria de las criptomonedas sea relativamente nueva y sus actores como SBF puedan ser innovadores, «este tipo de corrupción es tan antiguo como el tiempo». El veredicto fue unánime y contundente, sentando las bases para la sentencia que se conocería meses más tarde.

La sentencia: 25 años y una deuda multimillonaria

El 28 de marzo de 2024, el juez Lewis Kaplan dictó la sentencia final: 25 años de prisión federal para Sam Bankman-Fried. La condena, aunque severa, se situó en un punto intermedio entre las peticiones de las partes. La fiscalía había solicitado una pena de entre 40 y 50 años, argumentando la magnitud del fraude y la falta de arrepentimiento de SBF. Por su parte, la defensa había pedido una sentencia mucho más indulgente, de no más de seis años y medio, alegando que SBF nunca tuvo la intención de robar y que los clientes podrían recuperar su dinero.

El juez Kaplan fue implacable en su evaluación. Durante la audiencia, según informó CNBC, el magistrado desestimó los argumentos de la defensa, afirmando que SBF sabía que lo que hacía estaba mal y que era consciente de sus acciones delictivas. «Era ambicioso, sí, pero su ambición no estaba atemperada por los valores que nos guían a la mayoría», sentenció el juez. Además de la pena de prisión, a Bankman-Fried se le ordenó pagar una asombrosa suma de 11.000 millones de dólares (aproximadamente 10.230 millones de euros) en concepto de restitución por las pérdidas ocasionadas.

¿Cómo funcionaba el engaño? La conexión FTX-Alameda

El corazón del fraude residía en la relación simbiótica y secreta entre FTX y Alameda Research. Mientras que FTX se presentaba al público como una plataforma segura y fiable para comprar y vender criptomonedas, en la sombra, sus arcas eran sistemáticamente vaciadas para financiar las operaciones de Alameda, un fondo de cobertura también fundado por SBF.

El testimonio de Gary Wang, cofundador de FTX y antiguo amigo de SBF, fue clave para entender el mecanismo. Wang confesó en el juicio que habían implementado una «puerta trasera» en el código de FTX. Esta modificación permitía a Alameda Research tomar prestados fondos de los clientes de FTX sin límite, sin tener que aportar garantías y sin riesgo de ser liquidada, privilegios de los que ningún otro cliente disfrutaba. Se estima que Alameda llegó a desviar más de 8.000 millones de dólares (unos 7.440 millones de euros) de los clientes. Este dinero se utilizó para una variedad de fines, desde cubrir las enormes pérdidas de Alameda en sus propias operaciones especulativas hasta financiar un estilo de vida opulento, con la compra de más de 300 millones de dólares (unos 279 millones de euros) en propiedades de lujo en las Bahamas y millonarias donaciones a campañas políticas tanto demócratas como republicanas.

Los testigos clave: la traición del círculo íntimo

La condena de Sam Bankman-Fried no habría sido posible sin la cooperación de su círculo más íntimo. Tres de sus ex-lugartenientes y amigos más cercanos —Caroline Ellison, Gary Wang y Nishad Singh— se declararon culpables de diversos cargos y aceptaron testificar en su contra a cambio de sentencias más leves. Sus testimonios fueron demoledores para la defensa.

Caroline Ellison, ex-CEO de Alameda Research y ex-novia de SBF, se convirtió en la testigo estrella de la fiscalía. Durante su testimonio, detallado por Forbes, Ellison describió con frialdad cómo SBF la instruyó para crear balances falsos y engañar a los prestamistas sobre la salud financiera de Alameda. «Él dirigió este fraude», declaró, afirmando que SBF era plenamente consciente de que estaban utilizando fondos de clientes y que fue él quien ideó el plan para ocultarlo. Su relato pintó la imagen de un jefe calculador que priorizaba el crecimiento a cualquier coste, incluso si eso significaba cometer un delito masivo.

El imperio de la imagen: marketing agresivo y el ‘altruismo efectivo’

Parte del éxito inicial de FTX y de la confianza que generó SBF se debió a una agresiva y costosísima campaña de marketing y relaciones públicas. SBF cultivó una imagen de genio excéntrico y filántropo. Defendía una filosofía conocida como «altruismo efectivo», que consiste en ganar la mayor cantidad de dinero posible para luego donarlo a causas benéficas. Esta narrativa le granjeó la simpatía de medios de comunicación, políticos e inversores.

FTX invirtió cientos de millones de dólares en patrocinios de alto perfil. Compró los derechos del nombre del estadio del equipo de la NBA Miami Heat, que pasó a llamarse FTX Arena. Lanzó anuncios en la Super Bowl con celebridades como el comediante Larry David y consiguió el respaldo de iconos deportivos como Tom Brady y Gisele Bündchen. Como se analiza en publicaciones especializadas como CryptoChronicle, esta estrategia de marketing ayudó a legitimar a FTX y a atraer a millones de usuarios que creían estar invirtiendo en una plataforma sólida y visionaria. Todo era una fachada que se derrumbó en noviembre de 2022, cuando una crisis de liquidez provocó una «corrida bancaria» que FTX no pudo soportar, revelando el agujero en sus cuentas.

El futuro y las lecciones del caso FTX

Aunque la sentencia de 25 años es un hito, la saga de FTX aún no ha terminado. Se espera que los abogados de Sam Bankman-Fried apelen tanto el veredicto como la sentencia, un proceso que podría llevar años. Mientras tanto, según explican analistas en Reuters, el caso ha intensificado el debate sobre la necesidad de una regulación más estricta para la industria de las criptomonedas. Reguladores de todo el mundo están utilizando el colapso de FTX como un ejemplo claro de los riesgos que enfrentan los consumidores en un mercado que, en gran medida, opera fuera de los marcos financieros tradicionales.

Paralelamente, el proceso de quiebra de FTX sigue su curso. Un nuevo equipo directivo está trabajando para desentrañar la compleja red de activos de la empresa y recuperar la mayor cantidad de dinero posible para resarcir a los acreedores y clientes afectados. Aunque se han logrado avances, es poco probable que todos los afectados recuperen la totalidad de su dinero.

El caso de Sam Bankman-Fried y FTX es un recordatorio aleccionador de que en el mundo de las finanzas, ya sean tradicionales o digitales, la confianza es un activo frágil y la falta de transparencia puede tener consecuencias devastadoras. La caída del «rey de las criptomonedas» desde el pináculo del éxito hasta una celda de prisión es una historia que resonará durante mucho tiempo en el sector financiero global.

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