La saga entre la popular aplicación de vídeos cortos TikTok y el gobierno de Estados Unidos suma un nuevo capítulo. La administración del presidente Donald Trump ha concedido una tercera extensión del plazo para que ByteDance, la empresa matriz china de TikTok, venda sus operaciones en el país. Esta nueva prórroga, de 90 días, aplaza una vez más la decisión final sobre el futuro de una de las redes sociales más utilizadas del mundo, en medio de un complejo entramado de negociaciones, batallas legales y acusaciones de espionaje.
La medida ofrece un respiro temporal a ByteDance, que se enfrenta a una orden de desinversión forzosa bajo el argumento de que la aplicación representa una amenaza para la seguridad nacional estadounidense. Mientras tanto, el acuerdo propuesto con Oracle y Walmart para crear una nueva entidad, «TikTok Global», sigue en el aire, pendiente de la aprobación final de Washington y Pekín.
Un respiro en la cuenta atrás para ByteDance
La extensión fue confirmada por el Comité de Inversión Extranjera en Estados Unidos (CFIUS), el organismo intergubernamental encargado de revisar las implicaciones de las transacciones extranjeras para la seguridad nacional. Según un documento oficial del Departamento del Tesoro, que preside el CFIUS, la prórroga busca dar tiempo a las partes para resolver las cuestiones pendientes y finalizar un acuerdo que satisfaga las exigencias del gobierno estadounidense.
Esta decisión se deriva de la orden ejecutiva que el presidente Trump firmó el pasado agosto, en la que calificaba la recopilación de datos de TikTok como una «emergencia nacional». La orden original daba a ByteDance un plazo de 45 días para vender sus activos en Estados Unidos o enfrentarse a una prohibición total. Desde entonces, el plazo se ha extendido en varias ocasiones, reflejando la complejidad de desmantelar las operaciones de una plataforma tecnológica tan integrada y la dificultad de encontrar una solución aceptable para todas las partes.
La Casa Blanca ha sostenido de manera reiterada que la estructura de propiedad de TikTok, controlada por una empresa china, supone un riesgo inaceptable. La principal preocupación es que, en virtud de la legislación de seguridad de China, el gobierno de Pekín podría obligar a ByteDance a entregar los datos personales de millones de usuarios estadounidenses.
El incierto futuro del acuerdo con Oracle y Walmart
Para evitar la prohibición, ByteDance lleva meses negociando una solución. La propuesta más sólida sobre la mesa es la creación de una nueva empresa con sede en Estados Unidos llamada TikTok Global. Bajo este plan, la gigante tecnológica Oracle se convertiría en el socio tecnológico de confianza, asumiendo la responsabilidad de alojar todos los datos de los usuarios estadounidenses en su infraestructura en la nube y garantizando la seguridad de los mismos.
Por su parte, el gigante minorista Walmart también formaría parte del acuerdo, con el objetivo de integrar sus capacidades de comercio electrónico en la plataforma de vídeos. El acuerdo preliminar valoraba a TikTok Global en unos 60.000 millones de dólares (aproximadamente 51.000 millones de euros).
Sin embargo, el acuerdo ha encontrado obstáculos. Uno de los principales puntos de fricción es la estructura de propiedad. Según los términos negociados, Oracle y Walmart adquirirían una participación combinada del 20% en TikTok Global, mientras que ByteDance conservaría el 80% restante. Aunque los inversores estadounidenses de ByteDance controlarían indirectamente una parte mayoritaria, el hecho de que la empresa china mantuviera una participación tan significativa generó escepticismo en la Casa Blanca. El propio presidente Trump expresó en su momento que no aprobaría un acuerdo en el que la compañía china mantuviera el control.
La seguridad nacional como telón de fondo
El argumento central de la administración Trump se ha mantenido constante: proteger los datos de los ciudadanos estadounidenses. Funcionarios de la administración han advertido que aplicaciones como TikTok pueden ser utilizadas para la recopilación de información, la censura de contenidos críticos con el Partido Comunista Chino y la difusión de propaganda.
En respuesta a estas acusaciones, TikTok ha defendido enérgicamente sus prácticas de seguridad. En varios comunicados públicos, la compañía ha asegurado que los datos de los usuarios de Estados Unidos se almacenan en servidores ubicados en Virginia, con una copia de seguridad en Singapur, fuera del alcance de la legislación china. Además, afirman que han contratado a altos ejecutivos estadounidenses, incluyendo un CEO, para dirigir sus operaciones en el país y han implementado estrictos controles sobre el acceso a los datos.
«Estamos comprometidos a proteger la privacidad y la seguridad de nuestros usuarios», ha declarado la compañía en repetidas ocasiones, negando haber compartido nunca datos de usuarios con el gobierno chino y afirmando que no lo harían si se les solicitara.
Batallas en los tribunales y un panorama complejo
Paralelamente a las negociaciones, ByteDance ha recurrido a los tribunales para defenderse. La empresa ha presentado varias demandas contra la orden ejecutiva, argumentando que la medida es una extralimitación de la autoridad presidencial y que viola los derechos constitucionales al no presentar pruebas concretas de la supuesta amenaza.
De hecho, la estrategia legal de TikTok ha cosechado algunas victorias. Varios jueces federales han bloqueado temporalmente otras partes de la ofensiva de la administración Trump, como la prohibición de descargar la aplicación desde las tiendas de Apple y Google. Estos fallos judiciales han añadido una capa adicional de complejidad al conflicto.
Con esta nueva extensión de 90 días, la pelota vuelve al tejado de ByteDance, Oracle y Walmart. Deberán refinar su propuesta para convencer a un escéptico CFIUS de que el nuevo «TikTok Global» elimina por completo cualquier riesgo para la seguridad nacional. Mientras tanto, los más de 100 millones de usuarios de la aplicación en Estados Unidos observan con atención, esperando saber si podrán seguir compartiendo y viendo vídeos en una de sus plataformas favoritas o si la batalla geopolítica entre Washington y Pekín acabará por desconectarla.