La herramienta de inteligencia artificial diseñada para ayudar a los usuarios a redactar publicaciones y perfiles no ha alcanzado la popularidad que la compañía anticipaba, según ha reconocido su máximo responsable, Ryan Roslansky. El dato pone de manifiesto el desafío de equilibrar la innovación tecnológica con la necesidad de autenticidad en las redes profesionales.
En plena fiebre por la inteligencia artificial generativa, donde las empresas tecnológicas compiten por integrar esta tecnología en todos sus productos, LinkedIn se ha encontrado con una realidad inesperada. Ryan Roslansky, Consejero Delegado de la red social profesional propiedad de Microsoft, ha admitido que una de sus apuestas más visibles en este campo, el asistente de escritura con IA, no está siendo tan utilizada como se preveía. Esta revelación sugiere que, al menos en el ámbito profesional, los usuarios todavía prefieren mantener el control sobre su propia voz y marca personal.
La declaración de Roslansky, que probablemente se realizó en un contexto de análisis sobre la estrategia de producto de la compañía, abre un debate sobre los límites y la correcta aplicación de la IA en plataformas donde la autenticidad es un valor fundamental. Aunque LinkedIn ha integrado con éxito otras herramientas de IA, el asistente de escritura parece haber chocado con una barrera cultural entre sus más de mil millones de usuarios.
Una «sorprendente» falta de interés
La función en cuestión fue lanzada como una solución innovadora para ayudar a los miembros de LinkedIn a superar el «bloqueo del escritor». Con solo introducir una breve idea, la herramienta de IA es capaz de generar un borrador completo para una publicación, un mensaje directo o incluso una sección del perfil profesional. El objetivo era facilitar la creación de contenido y fomentar una mayor participación en la plataforma.
Sin embargo, según las palabras de Roslansky, la adopción de esta herramienta ha sido «más lenta de lo esperado». Aunque no se han proporcionado cifras concretas, esta admisión pública por parte del CEO es significativa. En un momento en que gigantes como Google, Meta y la propia Microsoft invierten miles de millones en la carrera de la IA, el hecho de que una función tan promocionada no despegue obliga a una reflexión.
«Hemos visto que, si bien la gente está muy interesada en usar la IA para organizar y resumir información, son más reacios a la hora de dejar que escriba por ellos», ha explicado Roslansky a Bloomberg. Esta distinción es clave: los usuarios aceptan la IA como un asistente de productividad, pero no como un sustituto de su propia voz.
La autenticidad como barrera para la IA
La principal hipótesis detrás de esta baja popularidad apunta directamente al núcleo de lo que es LinkedIn: una red para construir una reputación profesional. Los expertos en marca personal y comunicación insisten en que la autenticidad es crucial para generar confianza. Un perfil o una publicación que suena robótica o genérica, como a menudo ocurre con los textos generados por IA en sus primeras versiones, puede ser contraproducente.
Los usuarios parecen percibir que delegar la escritura de sus pensamientos y logros a un algoritmo diluye su identidad profesional. En un entorno donde cada palabra cuenta para forjar una carrera, el riesgo de parecer impersonal o falso es demasiado alto.
Además, existe una creciente conciencia sobre las «marcas de agua» semánticas de la IA. Muchos profesionales son capaces de identificar un texto generado por máquina por su estructura predecible, su tono excesivamente formal o su falta de matices personales. Ser «descubierto» usando un asistente de IA para comunicaciones importantes podría dañar la credibilidad de un usuario, algo que pocos están dispuestos a arriesgar.
No toda la IA es igual: los otros éxitos de LinkedIn
Es importante destacar que este revés no significa un fracaso general de la estrategia de IA de LinkedIn. De hecho, la compañía ha implementado otras herramientas basadas en inteligencia artificial que han sido muy bien recibidas. La diferencia radica en su aplicación.
Por ejemplo, las funciones de IA dirigidas a los reclutadores para ayudarles a redactar descripciones de puestos de trabajo o a filtrar candidatos han demostrado ser muy eficaces. En este caso, la IA actúa como una herramienta de optimización de procesos, ahorrando tiempo y esfuerzo en tareas repetitivas.
Otra implementación exitosa son los llamados «artículos colaborativos», donde LinkedIn utiliza IA para plantear preguntas a expertos de la industria, quienes luego aportan sus propias respuestas y conocimientos. Aquí, la IA actúa como un catalizador de conversaciones, no como un sustituto de la opinión humana. Este enfoque, que combina la eficiencia de la máquina con la experiencia de las personas, parece ser el camino más prometedor.
El gran plan de Microsoft y el futuro en la red profesional
La situación de LinkedIn debe enmarcarse en la estrategia global de su empresa matriz, Microsoft, que ha apostado su futuro a la inteligencia artificial. Con una inversión reportada de más de 13.000 millones de dólares (aproximadamente 12.090 millones de euros) en OpenAI, el creador de ChatGPT, Microsoft está presionando para que todos sus productos, desde Windows hasta Office y LinkedIn, incorporen la tecnología Copilot.
El caso del asistente de escritura de LinkedIn sirve como una valiosa lección: la integración de la IA no es una solución única para todos. La tecnología debe adaptarse al contexto y a la cultura de cada plataforma. Es probable que LinkedIn no abandone su herramienta, sino que busque refinarla. Podrían, por ejemplo, enfocarla más como un «editor» que sugiere mejoras en un texto ya escrito por el usuario, en lugar de un «escritor fantasma».