La competencia por el liderazgo en inteligencia artificial ha alcanzado un nuevo punto de ebullición. Sam Altman, consejero delegado de OpenAI, ha arremetido contra la agresiva estrategia de contratación de Meta, liderada por Mark Zuckerberg. En un memorando interno que ha sido filtrado, Altman no solo califica las tácticas de Meta de «desagradables», sino que también traza una línea clara entre los empleados movidos por una misión y aquellos que solo buscan una recompensa económica, acuñando una frase que ya resuena en todo Silicon Valley: «Los misioneros vencerán a los mercenarios».
La respuesta de Altman, enviada a través de un canal de Slack para investigadores de la compañía y obtenida por el medio especializado WIRED, llega en un momento de máxima tensión. Meta ha estado tentando activamente a los cerebros de OpenAI con paquetes salariales desorbitados y acceso ilimitado a recursos computacionales, una ofensiva que busca debilitar a su principal rival en la carrera por desarrollar la inteligencia artificial general (AGI).
Una guerra por el talento en Silicon Valley
El conflicto se desató públicamente el pasado lunes, cuando Mark Zuckerberg anunció la formación de un nuevo y ambicioso equipo de «superinteligencia» en Meta. Este grupo estará codirigido por figuras de alto perfil como Alexandr Wang, antiguo CEO de Scale AI, y Nat Friedman, quien previamente lideró GitHub.
Sin embargo, el anuncio más impactante fue la lista de nuevos fichajes, que incluía a varios investigadores clave procedentes directamente de OpenAI. Nombres como Shengjia Zhao, Shuchao Bi, Jiahui Yu y Hongyu Ren, que hasta hace poco formaban parte de los equipos de OpenAI, ahora engrosan las filas de Meta. Esta maniobra, según un informe anterior de WIRED, fue percibida internamente en OpenAI como un ataque directo.
La reacción inicial dentro de la cúpula de OpenAI fue visceral. Mark Chen, director de investigación de la compañía, expresó un sentimiento de vulneración en un comunicado al personal, afirmando que sentía como si «alguien hubiera entrado en nuestra casa y nos hubiera robado algo». La declaración de Chen revela el profundo impacto emocional que la ofensiva de Meta ha tenido en la moral de la empresa.
La contundente respuesta de Altman: «Misioneros contra mercenarios»
Frente a la reacción emocional de Chen, Sam Altman adoptó un tono más desafiante y estratégico en su comunicado. En lugar de lamentar las pérdidas, optó por atacar la cultura y los métodos de su competidor. «Lo que Meta está haciendo, en mi opinión, conducirá a problemas culturales muy profundos», escribió Altman en el memo filtrado.
El CEO de OpenAI minimizó la importancia de los empleados que se marcharon, sugiriendo que Meta no había logrado atraer a sus principales objetivos. «Meta ha conseguido a algunas personas excelentes, sin duda, pero en general, es difícil exagerar la cantidad de gente importante que no consiguieron y tuvieron que bajar bastante en su lista», afirmó Altman. Añadió que Meta llevaba «mucho tiempo» intentando reclutar talento y que había perdido la cuenta de cuántos empleados de OpenAI habían rechazado el puesto de Científico Jefe en la empresa de Zuckerberg.
Es en este contexto donde introduce su poderosa analogía: «Estoy orgulloso de lo orientada a la misión que es nuestra industria en general; por supuesto, siempre habrá algunos mercenarios». Y remató con su ya famosa sentencia: «Los misioneros vencerán a los mercenarios».
Con esta frase, Altman establece una dicotomía fundamental: por un lado, los «misioneros» de OpenAI, comprometidos con el objetivo a largo plazo de desarrollar una AGI segura y beneficiosa para la humanidad; por otro, los «mercenarios» que, según él, se unen a Meta atraídos únicamente por el dinero, sin un compromiso real con la misión.
La estrategia de OpenAI: cultura, misión y compensación
Más allá de la retórica, Altman también delineó una estrategia de retención clara. Consciente de que las ofertas económicas de Meta son un factor clave, anunció que la empresa está reevaluando su estructura de compensación. «Creo que es importante que una gran recompensa venga después de un gran éxito», escribió, criticando el modelo de Meta. «Tendremos más que compartir sobre esto pronto, pero es muy importante para mí que lo hagamos de manera justa y no solo para las personas que Meta casualmente ha elegido como objetivo».
Asimismo, Altman realizó una apasionada defensa de la cultura y la visión de OpenAI, presentándola como el único lugar verdaderamente dedicado a la AGI. «Nos preocupamos de verdad por construir una AGI de una buena manera», añadió. «Otras empresas se preocupan más por esto como un objetivo instrumental para alguna otra misión. Pero esta es nuestra principal meta, y siempre lo será. Mucho después de que Meta se haya movido a su próximo capricho de la semana, o esté defendiendo su foso social, nosotros seguiremos aquí, día tras día, año tras año».
Su mensaje encontró eco entre otros empleados de alto nivel que, habiendo trabajado previamente en Meta, intervinieron en el mismo hilo de Slack para respaldar sus afirmaciones. Uno de ellos criticó a Meta porque «rotan constantemente su foco de atención». Otro elogió la singularidad de OpenAI: «Sí, somos peculiares y raros, pero eso es lo que hace de este lugar una cuna mágica de innovación».
En definitiva, la «guerra de talentos» entre OpenAI y Meta es mucho más que una simple disputa por empleados. Es una batalla de narrativas, culturas y visiones sobre el futuro de la inteligencia artificial. Mientras Mark Zuckerberg apuesta por el poderío financiero para construir su imperio de IA, Sam Altman confía en que la fuerza de una misión compartida será, a la larga, la estrategia ganadora.






