El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha asegurado tener conocimiento de un grupo de inversores adinerados preparados para adquirir las operaciones de TikTok en el país. Esta declaración llega en un momento crítico para la popular aplicación de vídeos cortos, justo cuando una ley que podría forzar su venta o prohibición avanza en el Congreso estadounidense. El anuncio de Trump coincide, además, con el interés público manifestado por su exsecretario del Tesoro, Steven Mnuchin, de liderar un consorcio para comprar la plataforma.
La intervención del exmandatario añade una nueva capa de complejidad a una saga que mezcla geopolítica, tecnología y alta finanza. Supone también un notable giro en su propia postura, ya que durante su presidencia fue él quien intentó prohibir la aplicación por primera vez, alegando los mismos riesgos para la seguridad nacional que ahora esgrime la administración Biden.
El sorprendente giro de Trump: de enemigo a opositor de la prohibición
Durante su mandato, Donald Trump fue uno de los críticos más feroces de TikTok. En 2020, firmó una orden ejecutiva para prohibir la aplicación si su empresa matriz china, ByteDance, no vendía sus activos en Estados Unidos. Sin embargo, su postura ha cambiado radicalmente. Ahora se opone a la prohibición que impulsa el Congreso, y su razonamiento se centra en un adversario diferente: Meta, la empresa matriz de Facebook e Instagram.
En una publicación en su red social, Truth Social, Trump argumentó que prohibir TikTok solo serviría para fortalecer a Facebook, una compañía a la que calificó como «enemigo del pueblo». «Si te deshaces de TikTok, Facebook y Zuckerschmuck duplicarán su negocio», escribió el expresidente. «No quiero que Facebook, que hizo trampas en las últimas elecciones, salga beneficiado. ¡Son un verdadero enemigo del pueblo!».
Este cambio de parecer ha sido interpretado por analistas como una estrategia política para diferenciarse del presidente Joe Biden, quien ha manifestado su apoyo a la ley, y para atacar a uno de sus blancos mediáticos favoritos, Mark Zuckerberg. En una entrevista reciente, Trump profundizó en esta idea. «Francamente, hay mucha gente en TikTok que la adora. Hay muchos niños pequeños en TikTok que se volverían locos sin ella», declaró a la cadena CNBC, reafirmando que, si bien considera la plataforma una «amenaza para la seguridad nacional», su prohibición tendría consecuencias no deseadas.
Un consorcio de inversores liderado por su exsecretario del Tesoro
La afirmación de Trump de que «he hablado con personas, y creo que el comprador o los compradores pueden ser localizados» y que conoce a un grupo de «gente muy rica» dispuesta a dar el paso, parece alinearse directamente con los planes de una figura clave de su antigua administración. Steven Mnuchin, quien fuera su secretario del Tesoro entre 2017 y 2021, anunció públicamente que está formando un grupo de inversores para presentar una oferta por TikTok.
«Creo que la ley debería aprobarse y creo que [TikTok] debería venderse», aseguró Mnuchin también a la CNBC. «Es un gran negocio y voy a formar un grupo para comprar TikTok». Aunque no desveló quiénes serían sus socios, la conexión con Trump es innegable. Mnuchin fue una pieza central en las negociaciones de 2020 que intentaron, sin éxito, forzar una venta de la aplicación a un consorcio estadounidense que incluía a Oracle y Walmart.
La intervención de Trump podría interpretarse como un respaldo a la iniciativa de su excolaborador, presentando una solución «americana» que evitaría la prohibición total y, según su lógica, impediría que Meta capitalizase el vacío dejado por la plataforma.
El cerco legislativo sobre TikTok: una venta forzada o el adiós a EE. UU.
La urgencia de encontrar un comprador surge de la «Ley de Protección de los Estadounidenses frente a Aplicaciones Controladas por Adversarios Extranjeros» (Protecting Americans from Foreign Adversary Controlled Applications Act). Este proyecto de ley, aprobado con un abrumador apoyo bipartidista en la Cámara de Representantes (352 votos a favor y 65 en contra), pone a ByteDance en una encrucijada.
La legislación otorga a la compañía china un plazo de aproximadamente 180 días para vender sus operaciones en Estados Unidos. Si no lo hace, la ley prohibiría a las tiendas de aplicaciones como la App Store de Apple y la Google Play Store de Google distribuir TikTok o proporcionar servicios de alojamiento web a la aplicación en territorio estadounidense. El proyecto ahora debe ser debatido y votado en el Senado, donde su futuro es menos claro, aunque cuenta con el respaldo explícito del presidente Biden, quien ha prometido firmarlo si llega a su despacho.
La base de la ley es la preocupación de que el Gobierno de China pueda obligar a ByteDance a entregar los datos personales de los más de 170 millones de usuarios que la aplicación tiene en Estados Unidos, o a manipular el algoritmo para difundir propaganda.
Los desafíos de una operación multimillonaria
Una potencial venta de TikTok no estaría exenta de obstáculos monumentales. El primero es su precio. Aunque no hay una cifra oficial, los analistas valoran las operaciones de TikTok en Estados Unidos en un rango que va desde los 100.000 millones de dólares hasta los 150.000 millones (aproximadamente entre 92.000 y 138.000 millones de euros). Reunir un capital de esa magnitud es un desafío para cualquier grupo inversor.
El segundo, y quizás más importante, es el algoritmo de recomendación. Este software es el corazón de TikTok y la clave de su éxito adictivo. Sin embargo, el gobierno chino ha incluido este tipo de tecnología en su lista de exportaciones restringidas, lo que significa que Pekín podría vetar la transferencia del algoritmo a un propietario estadounidense. Sin él, los compradores adquirirían una marca y una base de usuarios, pero no la «salsa secreta» que hace que la plataforma funcione, lo que reduciría drásticamente su valor y atractivo.
La defensa de TikTok y el futuro en el aire
Por su parte, TikTok ha lanzado una intensa campaña de lobby en Washington para frenar la ley. La compañía, liderada por su CEO, Shou Zi Chew, niega categóricamente haber compartido datos de usuarios estadounidenses con el gobierno chino y asegura que no lo haría si se lo pidieran. Argumentan que la ley equivale a una prohibición que silenciaría a millones de creadores y pequeñas empresas, violando sus derechos de libertad de expresión amparados por la Primera Enmienda.
Como prueba de su compromiso, TikTok destaca el «Proyecto Texas», una iniciativa en la que ha invertido más de 1.500 millones de dólares (unos 1.380 millones de euros) para almacenar los datos de los usuarios estadounidenses en servidores de la empresa Oracle, ubicados en Estados Unidos y supervisados por personal estadounidense.
Con la ley avanzando, las declaraciones de Trump añadiendo un giro político y potenciales compradores como Mnuchin moviendo ficha, el futuro de TikTok en su mercado más grande fuera de China es más incierto que nunca. Lo que está en juego no es solo el destino de una aplicación, sino un complejo pulso geopolítico, tecnológico y económico entre las dos mayores potencias del mundo.