Los expertos en IA muestran optimismo sobre el futuro de esta tecnología, mientras que el público general estadounidense manifiesta ansiedad y desconfianza, según revelan dos nuevos estudios. Esta brecha de percepción evidencia un creciente problema de confianza hacia una tecnología que avanza rápidamente pero cuya regulación e impacto social siguen siendo cuestionados.
Una brecha de confianza entre expertos y público
Un nuevo informe del Pew Research Center publicado la semana pasada muestra una marcada división en cómo perciben la inteligencia artificial quienes la desarrollan frente a quienes conviven con ella. La encuesta, que incluye respuestas de más de 1.000 expertos en IA y más de 5.000 adultos estadounidenses, revela una creciente "brecha de optimismo".
Los datos son contundentes: aproximadamente tres cuartas partes de los expertos en IA creen que la tecnología les beneficiará personalmente, mientras que solo una cuarta parte del público general comparte esta opinión. Donde los especialistas ven oportunidades de mejora laboral, los ciudadanos comunes perciben amenazas a sus puestos de trabajo.
Esta desconexión va más allá de percepciones abstractas y tiene implicaciones prácticas. Más de la mitad de ambos grupos afirman querer mayor control sobre cómo se usa la IA en sus vidas cotidianas, un deseo que refleja preocupaciones más profundas sobre autonomía y privacidad en la era digital.
El problema de la regulación y el control
La desconfianza se extiende también a las instituciones que deberían regular estas tecnologías. Tanto expertos como público muestran escasa confianza en que el gobierno o las empresas privadas puedan regular la IA de manera responsable.
Esta preocupación tiene fundamento, según señala el artículo original de The Verge, considerando el historial del gobierno estadounidense en materia de regulación tecnológica. Las comparecencias de ejecutivos tecnológicos ante el Congreso a menudo evidencian el desconocimiento de los legisladores sobre conceptos básicos de internet y tecnología.
"Parece que cuando observas estas audiencias del Congreso, no entienden nada en absoluto. No sé si tengo fe en que puedan incorporar suficientes expertos para entenderlo lo suficiente como para regularlo, pero creo que es muy importante", señaló un experto académico citado en el informe.
Mientras tanto, líderes como Sam Altman, CEO de OpenAI, hacen predicciones ambiciosas sobre cómo los "primeros agentes de IA se unirán a la fuerza laboral y cambiarán materialmente la producción de las empresas" ya en 2025. Este tipo de afirmaciones pueden aumentar la sensación de falta de control que ya experimenta el 60% de los adultos estadounidenses, quienes afirman tener poca o ninguna capacidad para determinar si la IA se utiliza en sus vidas.
Divisiones por género y representación
El informe también revela importantes brechas de género. Los expertos masculinos en IA son mucho más propensos que sus colegas femeninas a expresar optimismo y entusiasmo personal hacia la IA.
Tanto expertos como público coinciden en que el diseño de la IA refleja principalmente las perspectivas de hombres blancos, mucho más que las de mujeres y comunidades negras o hispanas. Este problema de representación no se limita a quién desarrolla los modelos, sino que está integrado en cómo las personas experimentan la tecnología.
La Generación Z: usuarios frecuentes pero escépticos
Un segundo estudio, publicado esta semana por Gallup y la Fundación Walton, muestra que la Generación Z ya convive intensamente con la IA. El 79% de los jóvenes reporta usar herramientas como ChatGPT o Copilot, y casi la mitad lo hace semanalmente. Sin embargo, esto no significa que confíen plenamente en estas tecnologías.
De hecho, la Generación Z es más propensa a decir que la IA les genera ansiedad (41%) que entusiasmo (36%). Solo el 27% manifiesta sentir esperanza frente a estas tecnologías.
"La Generación Z no confía en el gobierno, no confía en las grandes empresas tecnológicas, no confía en las noticias", explicó Zach Hrynowski, autor del informe de Gallup, a The Verge.
Estos jóvenes reconocen que la IA configurará sus futuros empleos y aprendizaje, pero se muestran cautelosos sobre sus efectos. Casi la mitad considera que la IA perjudicará su "capacidad de pensamiento crítico". Y aunque la mayoría cree que la IA puede ayudarles a trabajar y aprender con mayor eficiencia, solo un tercio de los trabajadores jóvenes confía en el trabajo realizado con o por IA tanto como en la producción humana.
La importancia de políticas claras
Un hallazgo relevante de la investigación es que las instituciones no están facilitando la transición. La mayoría de estudiantes de la Generación Z afirma que sus escuelas carecen de políticas claras sobre IA, y más de la mitad de los trabajadores jóvenes reporta lo mismo sobre sus empleadores.
Sin embargo, el estudio muestra que cuando las instituciones sí cuentan con reglas claras sobre IA, los jóvenes tienden más a utilizar estas herramientas, confiar en ellas y sentirse preparados para el futuro.
"No han llegado al punto donde sientan que los beneficios superan los riesgos", afirmó Hrynowski sobre la percepción de los jóvenes respecto a la IA.
Avance tecnológico vs. confianza pública
La inteligencia artificial parece avanzar a un ritmo mucho más acelerado que la confianza de la sociedad. Mientras los sistemas se vuelven más inteligentes, la gente se muestra cada vez más escéptica, especialmente quienes deberán convivir con esta tecnología durante más tiempo.
Esta brecha entre desarrollo tecnológico y aceptación social plantea importantes preguntas sobre el futuro de la IA. Quizás el mayor desafío no sea la capacidad técnica de estos sistemas, sino lograr que la sociedad confíe en ellos y en quienes los desarrollan y regulan.
Los dos estudios ponen de manifiesto que la industria tecnológica y los reguladores tienen por delante una importante tarea para ganarse la confianza del público si quieren que la IA sea verdaderamente aceptada como una fuerza positiva en la sociedad.